martes, 29 de junio de 2010

Pero que negro lo veo: Coraza de fantasía (II)

A lo largo de esta entrada veremos dos cosas: experimentación y chapuzas a partes iguales.

Para poder entender esto en todo su esplendor, y dado que la pieza no es historica, primero contaré como se decidió evitar el oxido que tanto desluce las armaduras.

1. ¡Oxidate maldita!


Vemos aqui lo que dos semanas sin cuidados le provocan a la chapa de hierro sin aceitar. Resulta del todo deprimente, mancha, y dice muy poco de la higiene de su dueño.

Os preguntareis que me llevó a dejar que se oxidara así una de mis piezas, y el que no se lo pregunte pensará que seguramente me haya dado el siroco o sea un guarro de narices. Pues bien, nada más alla de la realidad.

Existe un producto (en mi caso de marca BRUNOX) que sirve para proteger el metal del óxido, que además aprovecha dicho oxido para crear una capa protectora de color negro y que encima contiene resinas epoxidicas (si, si, como el pegamento bicomponente ese tan bruto que lo pega todo), lo cual lo convierte en una capa resistente. Si, no es historico, pero tampoco tengo aqui una forja o un baño de sales de cianuro para ir pavonando el asunto, y como la armadura tambien es fantasia pura... esto es lo que voy a usar.

El caso es que esta armadura no estaba ni de lejos lo bastante oxidada para crear una capa negra regular, todo lo más, extender una mancha por su superficie.

Que dilema, oxida rápido, pero oxida mal, donde le sale de las narices y como le apetece. Necesitabamos más óxido y lo necesitabamos ya mismo. Así que, ni corto ni perezoso me acerque a la drogueria local a comprar una botella de salfuman.

Con el salfumán, tomamos un trapo o papel, y vamos echándoselo a la armadura en toda la superficie que queramos oxidar, y en 12 horas aproximadamente tenemos lo que muestra la siguiente imagen.


Ahora es un hecho, esta armadura está como si se hubiera tirado un año a la intemperie, y es que los acidos que atacan el metal tienen muy mala uva.


2. Renegro

Tenemos la cosa a punto de caramelo, así que verteremos en un tarro de cristal una pequeña cantidad del producto protector, y con un pincel, hacemos pasadas, comprobando que la cosa es algo viscosa y que enseguida se pone negro el óxido, pudiendo extenderlo con facilidad.

Pero, oh espejismo, el resultado no es el apetecido. Si bien la capa queda dura (no se salta como la pintura de spray, que puedes quitarla solo con mirarla mal), queda deslucida y se ven unas horrendas pinceladas que deslucen el resultado final. Pero no desesperemos.



Una nueva capa (que enseguida se funde con la anterior), esta vez aplicando con pincel redondo apretandolo en vertical contra el metal, mejora el asunto.

La cosa recien aplicada (de nuevo)


3. Ultimas correas


Los observadores ya habreis notado que este peto luce ya algunas correas, y es que lo tuve que probar para comprobar su funcionalidad.

El sistema es a priori sencillo, dos correas van de la cintura al hombro opuesto, cruzándose a media espalda, lo que deja la cosa ajustable a cualquier torso. Como veis, dichas correas largas no están en las fotos anteriores, pues las hice aparte, para que de ese modo, si alguna vez se hace un espaldar, puedan quitarse con facilidad.

Aun así, no todo iba a ser tan fácil. La placa central vence hacia el frente, y queda muy antiestética ¿La solución? Muy sencillo, una correa en esa placa, que mejore el agarre y el ajuste en el centro del torso.


Y listos, tenemos una estupenda coraza de fantasia con un falso pavonado de lo más aparente, y lo que es más, protegida del óxido, lo que además de mejorar su aspecto, facilita el mantenimiento.


Ya se que las correas claman por un poco de tinte negro, pero de momento se quedan así hasta que cuente con dicho material.

lunes, 14 de junio de 2010

Terreno pantanoso: Coraza de fantasia I



Sepan ustedes (¡avisados están!) que la historicidad de aquello presente en esta entrada no es que deba ser puesto en duda, es que no tiene.

Esto es un pequeño entretenimiento para equipar al tipico amigo que se junta a nuestras animaladicas de Soft Combat un fin de semana cualquiera, y claro, para tal cometido el peto en cuestión es de lo más resultón y práctico.

1. Patrones: ni están ni se cree que estén

Como lo oyen, haciendo gala de mi temeridad (común por otra parte a la mayoria de armeros amateur), trinqué regla y rotulador permanente y me puse a trazar las piezas directamente sobre la chapa (no será tan dificil, me decia yo entre delirios).

La verdad es que no, no fue tan dificil hacer las planchas horizontales. Piezas identicas de 40 x 15 cm. Lo que si fue un golpe de suerte brutal (que dudo se vuelva a repetir en eones), fue la suerte de pequeño peto para proteger el esternón y de paso anclar los agarres: curvas a mano alzada y resultado casi totalmente simetrico.

2. Doblando: Que práctico es tener un tornillo de banco.

Efectivamente buenas gentes, estas piezas precisaban de un doblez, puesto que la chapa de un milimetro, por pulida que esté, es muy capaz de pegarte un corte, y no me refiero a su mala educación.

El "novedoso" metodo que he empleado, difiere del que venia utilizando (doblar en 90 grados sobre el borde del "yunque" para terminar martillando) en que permite un control preciosista de DONDE va doblada la chapa.

Primero, marcamos donde queremos que doble la cosa, ajustamos en el tornillo bien apretado y con una contundente maza de nylon o goma le metemos unos viajes al asunto de modo que doble si problema. Luego, no hay mas que repetir el asunto a lo largo de todo el perimetro.

Teniendo los 90º ganados, y a base de unos suaves pero firmes golpes al modo tradicional, procuramos dejar la cosa en angulo agudo: cuanto más agudo, más facil la siguiente fase.

Ahora, con el doblez a medias, tomamos la chapa, y protegida de un trapo (para no rayar la superficie que dará al exterior) la volvemos a montar en el tornillo, de modo que el ángulo agudo quede bien agarrado. Luego, lentamente apretamos el asunto y con maravilla veremos como la cosa va tomando un glorioso aspecto curvado. Terminado esto, un repaso con un martillo ligero para ajustarlo lo máximo posible de borde contra chapa, nos proporcinará un bonito acabado. ATENCIÓN: En este ultimo paso es extremadamente facil meterle un viaje a la chapa y dejar un bollo infimo pero vien visible.

3. Articulando: de algún modo había que juntar esto.

Este apartado no tiene misterio, hay dos tiras de cuero interiores, bien anchas, el asunto se resuelve con 6 clavos reconvertidos en remaches (todo puede verse en las anteriores entradas de chapa).



El resultado es como veis, aparente, sencillo y bastante facilde hacer comparado con otras locuras, tiene algún defecto la articulación tan a la tremenda, pero todo eso lo solventaremos poniendole correas al asunto para poder ponersela, y eso si, en una próxima entrada.

La chapuza metalica enseña, la chapuza metalica entretiene y yo os digo: ¡hasta la chapuza que viene!