martes, 24 de agosto de 2010

Hombreras de fantasia: un encargo muy orco

Parte primera: Un encargo atípico

Cuando alguien te encarga algo, espera que el acabado sea esmerado, el aspecto impecable y el precio asequible. Pues bién, la destinataria de estas piezas, seguia queriendo el precio asequible, pero el aspecto debía ser bruto, tosco, sucio... en una palabra Orco.

Hacer unas hombreras de aspecto orco no requiere de grandes conocimientos historicos sobre armaduras, pero si conceptos básicos como la articulación o la fijación.

La inspiración para acometer esta pequeña locura, me vino de las hombreras de una lorica segmentata romana, pero articulada de modo que caiga sobre los hombros, dando un aspecto a la vez brutal y tosco. El que deje aberturas por donde entren las puntas de las armas es totalmente secundario, su uso será para juegos de soft combat y en ocasiones para teatro, así que las pintas mandan sobre la autenticidad.

Parte segunda: Cortando y doblando

Una vez con el concepto y algunos diseños preliminares terminados, la cosa era cortar chapa: a saber, 4 planchas de 15x25 y 4 de 15x10.


Un vez con las partes en nuestro poder, tratandose de chapa de 1 mm de grosor, se le ha practicado un doblado de bordes básicamente por dos motivos:

-Para darle mayor rigidez a la pieza, y que no se doble como papel de aluminio.

-Para evitar convertir una armadura en un arma ofensiva capaz de cortar como una cuchilla.

El metodo clásico requiere de equipo, paciencia, un buen martillo... Por otra parte, el metodo tornillo de banco requiere un tornillo de banco y ojo para doblar lineas rectas.



Por supuesto, una vez doblado todo con el tornillo, hubo que rematar el asunto a martillo para acabar de cerrar la cosa. El resultado, 100% satisfacción del usuario.


Con el asunto doblado, solo queda perforar las chapas en el sitio adecuado, para poder pasar luego los remaches de las correas que articularán y sujetarán el asunto.


Con todos los agujeros hechos hay que montar (de forma temporal) con correas de cuero y tornillos al menos una de las hombreras, se está a tiempo de mandarlo todo al carajo sin perder horas de trabajo. En este caso, contra todo pronóstico, las cosas encajaron a la perfección.


Parte tercera: Orquizando (no, no es un verbo que admita la RAE)

Una armadura de orco, tiene básicamente un elemento que nos viene a la mente: mugre y oxido para parar un tren de mercancias.

Podriamos dejar oxidar la chapa, pero eso, aparte de acabar por destruirte la armadura, mancha que es un primor.

Por lo tanto, aplicaremos el proceso del pavonado-churro o del protector antióxido (ver entrada anterior).

Para este metodo necesitaremos primero, mojar con salfuman toda la superficie de la chapa, con un trapo y mucho amor. Luego, lo dejaremos toda la noche a oxidar para conseguir el siguiente aspecto.


Finalmente, cuando ya tenemos el tema bien asqueroso, con un pincel y el producto que convierte en oxido en "una pelicula protectora negra", le damos de la forma mas irregular posible, evitando pinceladas (pintar aplastando el pincel de punta suele funcionar). El producto entonces, se convierte en algo parecido a un oxido negro, con abundantes aguas y un aspecto guarro de lo mas adecuado para nuestro cliente.


Lo último de lo último, remachar correas de cuero, dos en cada hombrera para el articulado, una para fijarlas a un gorjal y otras dos para atar las hombreras al brazo y que no salgan volando con el movimiento.

ENDE

martes, 29 de junio de 2010

Pero que negro lo veo: Coraza de fantasía (II)

A lo largo de esta entrada veremos dos cosas: experimentación y chapuzas a partes iguales.

Para poder entender esto en todo su esplendor, y dado que la pieza no es historica, primero contaré como se decidió evitar el oxido que tanto desluce las armaduras.

1. ¡Oxidate maldita!


Vemos aqui lo que dos semanas sin cuidados le provocan a la chapa de hierro sin aceitar. Resulta del todo deprimente, mancha, y dice muy poco de la higiene de su dueño.

Os preguntareis que me llevó a dejar que se oxidara así una de mis piezas, y el que no se lo pregunte pensará que seguramente me haya dado el siroco o sea un guarro de narices. Pues bien, nada más alla de la realidad.

Existe un producto (en mi caso de marca BRUNOX) que sirve para proteger el metal del óxido, que además aprovecha dicho oxido para crear una capa protectora de color negro y que encima contiene resinas epoxidicas (si, si, como el pegamento bicomponente ese tan bruto que lo pega todo), lo cual lo convierte en una capa resistente. Si, no es historico, pero tampoco tengo aqui una forja o un baño de sales de cianuro para ir pavonando el asunto, y como la armadura tambien es fantasia pura... esto es lo que voy a usar.

El caso es que esta armadura no estaba ni de lejos lo bastante oxidada para crear una capa negra regular, todo lo más, extender una mancha por su superficie.

Que dilema, oxida rápido, pero oxida mal, donde le sale de las narices y como le apetece. Necesitabamos más óxido y lo necesitabamos ya mismo. Así que, ni corto ni perezoso me acerque a la drogueria local a comprar una botella de salfuman.

Con el salfumán, tomamos un trapo o papel, y vamos echándoselo a la armadura en toda la superficie que queramos oxidar, y en 12 horas aproximadamente tenemos lo que muestra la siguiente imagen.


Ahora es un hecho, esta armadura está como si se hubiera tirado un año a la intemperie, y es que los acidos que atacan el metal tienen muy mala uva.


2. Renegro

Tenemos la cosa a punto de caramelo, así que verteremos en un tarro de cristal una pequeña cantidad del producto protector, y con un pincel, hacemos pasadas, comprobando que la cosa es algo viscosa y que enseguida se pone negro el óxido, pudiendo extenderlo con facilidad.

Pero, oh espejismo, el resultado no es el apetecido. Si bien la capa queda dura (no se salta como la pintura de spray, que puedes quitarla solo con mirarla mal), queda deslucida y se ven unas horrendas pinceladas que deslucen el resultado final. Pero no desesperemos.



Una nueva capa (que enseguida se funde con la anterior), esta vez aplicando con pincel redondo apretandolo en vertical contra el metal, mejora el asunto.

La cosa recien aplicada (de nuevo)


3. Ultimas correas


Los observadores ya habreis notado que este peto luce ya algunas correas, y es que lo tuve que probar para comprobar su funcionalidad.

El sistema es a priori sencillo, dos correas van de la cintura al hombro opuesto, cruzándose a media espalda, lo que deja la cosa ajustable a cualquier torso. Como veis, dichas correas largas no están en las fotos anteriores, pues las hice aparte, para que de ese modo, si alguna vez se hace un espaldar, puedan quitarse con facilidad.

Aun así, no todo iba a ser tan fácil. La placa central vence hacia el frente, y queda muy antiestética ¿La solución? Muy sencillo, una correa en esa placa, que mejore el agarre y el ajuste en el centro del torso.


Y listos, tenemos una estupenda coraza de fantasia con un falso pavonado de lo más aparente, y lo que es más, protegida del óxido, lo que además de mejorar su aspecto, facilita el mantenimiento.


Ya se que las correas claman por un poco de tinte negro, pero de momento se quedan así hasta que cuente con dicho material.

lunes, 14 de junio de 2010

Terreno pantanoso: Coraza de fantasia I



Sepan ustedes (¡avisados están!) que la historicidad de aquello presente en esta entrada no es que deba ser puesto en duda, es que no tiene.

Esto es un pequeño entretenimiento para equipar al tipico amigo que se junta a nuestras animaladicas de Soft Combat un fin de semana cualquiera, y claro, para tal cometido el peto en cuestión es de lo más resultón y práctico.

1. Patrones: ni están ni se cree que estén

Como lo oyen, haciendo gala de mi temeridad (común por otra parte a la mayoria de armeros amateur), trinqué regla y rotulador permanente y me puse a trazar las piezas directamente sobre la chapa (no será tan dificil, me decia yo entre delirios).

La verdad es que no, no fue tan dificil hacer las planchas horizontales. Piezas identicas de 40 x 15 cm. Lo que si fue un golpe de suerte brutal (que dudo se vuelva a repetir en eones), fue la suerte de pequeño peto para proteger el esternón y de paso anclar los agarres: curvas a mano alzada y resultado casi totalmente simetrico.

2. Doblando: Que práctico es tener un tornillo de banco.

Efectivamente buenas gentes, estas piezas precisaban de un doblez, puesto que la chapa de un milimetro, por pulida que esté, es muy capaz de pegarte un corte, y no me refiero a su mala educación.

El "novedoso" metodo que he empleado, difiere del que venia utilizando (doblar en 90 grados sobre el borde del "yunque" para terminar martillando) en que permite un control preciosista de DONDE va doblada la chapa.

Primero, marcamos donde queremos que doble la cosa, ajustamos en el tornillo bien apretado y con una contundente maza de nylon o goma le metemos unos viajes al asunto de modo que doble si problema. Luego, no hay mas que repetir el asunto a lo largo de todo el perimetro.

Teniendo los 90º ganados, y a base de unos suaves pero firmes golpes al modo tradicional, procuramos dejar la cosa en angulo agudo: cuanto más agudo, más facil la siguiente fase.

Ahora, con el doblez a medias, tomamos la chapa, y protegida de un trapo (para no rayar la superficie que dará al exterior) la volvemos a montar en el tornillo, de modo que el ángulo agudo quede bien agarrado. Luego, lentamente apretamos el asunto y con maravilla veremos como la cosa va tomando un glorioso aspecto curvado. Terminado esto, un repaso con un martillo ligero para ajustarlo lo máximo posible de borde contra chapa, nos proporcinará un bonito acabado. ATENCIÓN: En este ultimo paso es extremadamente facil meterle un viaje a la chapa y dejar un bollo infimo pero vien visible.

3. Articulando: de algún modo había que juntar esto.

Este apartado no tiene misterio, hay dos tiras de cuero interiores, bien anchas, el asunto se resuelve con 6 clavos reconvertidos en remaches (todo puede verse en las anteriores entradas de chapa).



El resultado es como veis, aparente, sencillo y bastante facilde hacer comparado con otras locuras, tiene algún defecto la articulación tan a la tremenda, pero todo eso lo solventaremos poniendole correas al asunto para poder ponersela, y eso si, en una próxima entrada.

La chapuza metalica enseña, la chapuza metalica entretiene y yo os digo: ¡hasta la chapuza que viene!

miércoles, 24 de febrero de 2010

Hombreras II: De como sin saberlo aprendí a jurar en varios idiomas

¡Segunda y ultima entrada de estas hombreras, más experimento que otra cosa

He aprendido no pocas cosas sobre como trabajar chapa y además, puedo decir que estoy más cerca del proyecto que ha iniciado este berenjenal: unas hombreras milanesas del s. XV. Pero no adelantemos acontecimientos.

De momento, las hombreras básicas, sus pros, contras y el resultado final.

1. Esto de pulir va a ser jodido

Viendo el horrendo mapa lunar que eran mis hombreras, me propuse planificar lo mejor que pude el metal, sobre un trozo de hierro que me hace las veces de yunque con un guante de serraje en medio para no marcar (más) el metal.

Con paciencia y herramientas que podemos calificar de inadecuadas conseguí corregir lo más flagrante del asunto, y entonces henchido de orgullo decidi dar la primera pasada de lija.

Monte el disco de caucho en el taladro y en el una lija para metales del 50 (para un primer tratamiento de choque) y realicé la primera pasada. Este hecho que a algunos les puede parecer trivial me costo algunos de mis primeros juramentos en arameo y copto, pues esa superficie que parecia solamente facetada revelaba tener un perfil similar a Sierra Morena u otras cordilleras de renombre.

Aqui las estribaciones iniciales del a meseta

Y aquí los Balcanes en todo su esplendor

Sin amilanarme por ello, marque las zonas más problematicas y procedi a un nuevo planificado de la chapa, con mucho amor e infinita paciencia, y luego de nuevo otro lijado de 50.

Algo debía bullir en mi mente cuando exabruptos en mongol y finlandes acudieron a mi boca. No solo el resultado seguía sin ser ni remotamente el apetecido, sino que me estaba comiendo el material que daba gusto.

En fin, de perdidos al rio, así que le di una pasada a aquello con disco de 120 y luego, a falta de discos especificos de menor grano, fabriqué uno con tela esmeril 000 y deje ambas piezas lo más pulcras posible (que no era mucho). Luego unas frotaditas de estropajo verde y WD40 y a lamentarme a otro lado (entre maldiciones en Sumerio).

Bueeeno, tampoco es tan horrendo


2. ¡Agujeritos a mi!

Este es el paso más breve de todos, en total son 11 agujeros con una broca del 5 en las 4 piezas que conforman cada hombrera (22 agujeros, que significa 22 remaches).

La cosa no tiene más truco, marcar los agujeros iniciales en la pieza del hombro y de ahi ir bajando procurando que todos queden alineados.

Es importante no hacer los agujeros demasiado hacia el exterior para evitar que las piezas pivoten y habran boquetes entre ellas (Axil dixit), pero tampoco hay que hacerlos muy centrados, pues entonces la movilidad queda reducida dramaticamente.

Adicionalmente, haremos 4 agujeros con broca del 2 bien equidistantes en la lama más baja de cada hombrera: 2 centrados y 2 en los extremos y en la parte más baja de la lama los 4.


Veanse (fijandose mucho) los pequeños agujeros
3. El latón peleón

Y aquí llegamos a la innovación ¿Que sería de los blogs de armadureo sin la innovación?

En este caso también queria experimentar las decoraciones de las armaduras, y francamente, grabar al ácido queda fuera de lugar en un piso de ciudad. Así que, me decidi por el latón (que casualmente tenia en plancha de 0,8 mm tirado por casa).

Lo primero es preparar la pieza de latón a colocar en 3 sencillos pasos:

Primero- Utilizando el patron de las lamas marcamos y cortamos una primera pieza, que replicamos a continuacion, ojo, es importante no cortar la pieza exacta que queremos, si no dejar al menos unos milimetros de margen para poder adaptarlo bien a una pieza de metal curvada.

Segundo: Decorar las piezas de latón, en mi caso con un cincel y un martillo hice marcas verticales (mas o menos) equidistantes. Hay que evitar emocionarse y golpear demasiado fuerte, cortar hierro con cincel es una tortura, cortar latón extremadamente facil.

Tercero: Después de repetir y decorar las piezas que nos hayamos cargado en el proceso de decorarlas del paso segundo (y soltar un par de tacos en bantú), procedemos a montarla.

Para el montado primero he perforado un solo agujero en la pieza de latón, procurando que coincida con uno de los agujeros centrales de la lama, ya que al tener la misma forma hay que hacerla coincidir lo mejor posible (de lo contrario es totalmente antiestético), perforado este agujero, preparamos nuestro remache. En mi caso unos clavitos de bronce amarillo preciosos que tenia criando polvo en casa (clack, un corte de cizalla y remache listo).

Lo siguiente es colocar este remache en su sitio, y darle unos golpes para que pase de clavo cortado a remache en activo. En este momento pasan tres cosas.

Primera: Aplastas la cabeza del remache contra la superficie dura donde lo apoyas.

Segunda: Tuerces el remache y te cargas una nueva pieza de latón al mismo tiempo que provocas un bollo a corregir en la lama.

Tercera: Los insultos en javanés empiezan a formar parte habitual de tu vocabulario.

Para corregir esto hay que tomar dos medidas, primero con una broca y mucho cariño hacer un hueco donde apoyar la cabeza del remache. Y segundo, pero no menos importante, golpear al bronce de 2 mm de diametro con muuuuuuuuucho mas cuidado que cuando se intenta remachar un clavo de hierro de 4 mm. Los desquites en serbocroata son opcionales.

El "yunque" profanado

Y con esto y un bizcocho, perforando los agujeros de uno en uno en el laton y adaptando tan miserrimo grosor con los mismos dedos, tenemos lo siguiente:


Ahora solo nos queda repetirlo otra vez.

5. El montado (cuero y remaches y toda la história).

Lo primero de todo, comprobar que tras tantas adaptaciones, cambios, planificadios, decoraciones, sinsentidos y palabras malsonantes en idiomas varios, la cosa sigue encajando con un mínimo de grácia.

Quedaban tan bonitas, que estuve tentado de dejarlas tal cual...

Visto que todo esta como debe, pintaremos el interior con spray negro (no, no es histórico y si, si es práctico, mucho más que el muy histórico óxido)

Después prepararemos las tiras de cuero, procurando que las cuatro sean identicas para no dar lugar al efecto "hombrera cheposa", donde la de un lado queda mucho mas alta que la del otro.

El proceso de remache es simple, desde el interior colocamos en la lama más baja de todas (a la que las sucesivas se irán superponiendo) tira de cuero, arandela y remache por este orden.

Luego remachamos desde el exterior, intentando dejar el remache lo mas plano posible, para que no entorpezca el encaje de las lamas. Repetimos el proceso en el otro agujero.

Ahora viene el truco, colocamos la segunda lama a continuación, y fijamos un agujero con tornillo y tuerca, para que no se mueva y no se tuerza la lama (creedme que es jodido enderezar algo remachado a conciencia), y remachamos el otro agujero. Retiramos el tornillo, y repetimos.

Seguimos liandola... si es que no se puede evitar


Este paso se repite hasta llegar a la pieza del hombro, con ambas hombreras. Es posible que durante el proceso aprendais a blasfemar en idiomas tan bellos como el inuit, el maorí o el chino cantonés, merced al sacrificio de vuestras uñas y dedos.

Resulta más vistosa de lo que aparentaba al principio

Terminado el remachado de todas las piezas, y verificando que la cosa cuadra, procederemos a colocar las correas, una en la parte superior con su correspondiente hebilla para fijar la hombrera al gorjal y la otra (doble) en la parte inferior para atarla al brazo (tened cuidado de medir el perimetro de vuestro biceps, con gambesón y añadirle de cuatro a seis centimetros por precaución).

Poner correas no es lo más complicado

Parece que todo esta en su sitio

Y supongo que es de justicia mostrar el resultado final de tamaña obra, que nos ha hecho aprender lindezas en una variedad de idiomas inusituada.

Valga decir que no aprendimos palabras gruesas en lapón ni en swahili, debido a que la cosa al final quedo como se puede ver a continuación

Lo del polar es pura pereza de sacar el gambesón del armario

Mobilidad probada, van de lujo

Conclusiones:

-Estoy un paso más cerca de las homberas milanesas, incluso de alguna que otra pieza algo más compleja de armadura.

-Aprender idiomas es un mundo, cierto es que la letra con sangre entra.

-Es mucho más rápido trabajar si no hay vecinos ni horarios que limiten el ruido que metes.

Y esto es todo, veremos que hacemos para la próxima.


domingo, 21 de febrero de 2010

Hombreras I: Quién me mandaría a mi...

Realmente, con lo bonitas que me han quedado las escarcelas, y lo bien que se trabaja la chapa sin querer hacerle cosas raras... Es que raising, dishing, flaring y otros que me callo parecen nombres de varias filias sexuales que despues de esto de las hombreras creo que estan intimamente ligadas con el masoquismo.


1. Marcar y cortar (esto no es una peluqueria)

Este estadio es una especie de flashback. Me explico: marque y corté las piezas de las hombreras antes que las de las escarcelas tirando de estos simpáticos patrones.

El avispado lector se habrá percatado, que antes que meterme con los hombros, me dio por el protegerme el muslamen, y es que meterse a hundir chapa (por muy de 1 mm que sea) sin tocón de hundir ni estaca de levantar, pues me echaba un pelín para atrás.

Marcar...

...Y cortar

Pero claro, aquello estaba ahi cortado, mirandome con ojillos de pena (y juro que no estaba bajo los efectos de ninguna sustancia estupefaciente que no fuera WD40), así que haciendo gala de una profunda y bien cimentada temeridad, me lancé a ello.


2. Una de Arena

Mi instinto se puso a buscar una manera de tener donde hundir sin desgraciar el suelo de mi casa, y buscando en esta fiable fuente, además de viendolo en algunos videos del maestro Dubé, la semilla de la perdición quedaba sembrada en el fertil suelo de mi arrogancia (poético ¿verdad?).

La solución era usar un saco de arena, donde ahuecar para poder golpear debidamente y dar forma a un trozo de chapa.

El proceso fue ir a la playa armado de un par de bolsas, arramblar con unos 5 kg de arena mas o menos gruesa, y luego meterlo en un pedazo de tela del mas adorable y resistente sintético que tenia por casa.

Aquí la arena, dentro de tres bolsas sucesivas

Aqui "Arenito", o saco de las hostias


3. Maltrato al metal

Armado de un optimismo sin fin, a la par que de un martillo de chapista (de los de cabeza redonda por un lado y bola por el otro), me dispuse a golpear con saña sendas piezas para mis hombros.

La cosa al principio parecia fácil, pero llegado a un límite aquello ya no se podia doblar más sin caer en el temido "efecto matutano", donde la chapa cercana a los bordes tiende a hondularse sin demasiado control, lo que luego es una faenaza de rectificar (contad decenas de golpes adicionales por cada pliegue)

Al final, no conseguí toda la curvatura deseada, pero como uno se desanima facilmente, decidí con todo el morro del que fui capaz, que ya me iban bien así (además eran casi totalmente simetricas ambas piezas)

Y llegamos al estado actual: Planificar (o planishing, otra de esas raras filias).

Como "martillero" inexperto que soy, sometí a la chapa a tal maltrato, que una abundancia de bultos y desafortunados accidentes orográficos en chapa convertía la intención de pulir sin planificar una tonteria del tamaño de un campanario, así que el siguiente paso, que me reservo para la próxima entrada, sera arreglar ese desaguisado.

¡Puedo explicarlo señor juez! (bueno no, no puedo)

4. Las lamas (harina de otro costal)

Las lamas, ojala todo fuera tan fácil como unas lamas de chapa de 1 mm. Fue cortar, pulir los bordes, y doblar con las manos sobre el martillo gordo de goma para dar un buen rádio de curvatura.

Ajustarlas posteriormente no será dificil, y hasta he hecho algunos experimentos prévios con diversas aberturas, además, siendo chapa pulida, doblado con esa cara precisamente como dorso, todo eso que me ahorro en trabajo de lija.


Es que hasta da como cosa hacer algo con tanta facilidad...

Para la próxima entrada sobre hombreras, hablaremos sobre su correcta articulación, perforado, remachado y otras sandeces propias de un servidor, así como de alguna decoración adicional.

Que Dios nos pille confesados.

sábado, 13 de febrero de 2010

Escarcelas II: Crónica triunfal de una serie de despropositos que llegan a buen puerto

Tal como dije, no se ha hecho esperar la segunda entrega de las escarcelas, con una cantidad de metidas de pata de un servidor comparable o superior inclusive a la primera parte de este proyecto ¿que como puede ser eso? Sigue leyendo...

1. Despropósito primero: De como las escarcelas crecieron inesperadamente

Observaba yo con infinito amor la obra surgido de mis sufrimientos, bañada con mi sudor y mi sangre... y por poco no se me saltan las lagrimas al comprobar un pequeño detalle: TODAS las escarcelas que he visto en documentación, absolutamente todas tienen la parte superior (la que va en contacto con el peto, vamos), convexa o recta, y un servidor la hizo bien cóncava. Ni un poco, ni ligeramente, ni un pelín, sinó totalmente.

Que quebradero de cabeza, que follón, que tragedia griega se avecinaba al ver que aquello no tenia remiendo. Si cortas la pieza en vez de escarcelas tienes una minifalda de hierro, y no es plan. Si remachas una pieza para suplir la carencia, es peor el remedio que la enfermedad, aparte que es una solución más fea que un pecado.

Desanimado ya y resignado, confeccioné un patron nuevo y corte una pieza algo mayor y bien cóncava para sustituir a la desdichada que no daba el perfil, cuando mi espíritu armero se dijo: "que coño, pues en vez de tres, que sean de cuatro piezas". Ya cuando mi espíritu de armero empezaba a sugerirme añadirle volantitos, decidí no hacerle caso en un rato.

Hechas todas las piezas necesarias, un buen par de taladros en cada una y a otra cosa.

2. Despropósito segundo: ¿Para que carajos he comprado yo tornillos?

Con gran cuidado y exquisito esmero, tomé medidas entre agujeros tal como debían quedar montadas las escarcelas, prepare el cuero en tiras, cuatro tiras idénticas con cuatro agujeros cada una.

Las piezas de ambas escarcelas y las tiras de cuero, estrella invitada: Bote de WD40

Listo el cuero me dije: "Es el gran momento, montemos esto a ver si todo encaja". Pués no, mal.
¿Como se monta de forma temporal la armadura? Con tornillos y tuercas claro. Esto es muy efectivo cuando la pieza articula hacia abajo o cuando no articula en absoluto (la mayoria de tipos de hombreras pertenecen al primer tipo, los spangehelm son el máximo exponente del segundo).

Aquí el avispado lector pensará que algo pasa, y en efecto. Puse la primera pareja de tornillos atravesando cuero y luego metal, enrosqué la tuerca y vi que aquello era bueno. Luego tomé dos tornillos más con sus dos tuercas, fue a atornilla la siguiente pieza, y... bueno, estas escarcelas articulan hacia arriba, y dos protuberancias del tamaño de un tornillo donde al final va a ir un remache lo mas llano posible, convierten el montado de prueba de la escarcela en algo parecido a una escultura moderna, de esas horrendas que van poniendo en las rotondas.

La solución de invertir el tornillo tampoco fue mejor, de hecho, los tornillos tienen un cabezon considerable donde meterle el destornillador, pero por si eso no fuera suficiente, como me pruebo yo semejante armatoste sobre la pierna pasa a ser el principal problema. Básicamente, para ver el efecto había que incrustar ocho tornillos hasta tocar hueso, y ni así tampoco encajarían bien las piezas debido a los cabezones estriados.

Solución: remachemos y salga el sol por Antequera.

3. No hay despropósito esta vez, la pintura quedó bien

Esta parte no tiene misterio, de verdad, pone uno las piezas con la parte interior hacia arriba, trincas el bote de esmalte negro en spray, y le arreas un buen viaje de pintura al asunto, cuanto más negro, mejor.

Bonito ¿verdad?

4. Preparar los remaches, cosa también sensata

Llegados a este punto, tenemos las piezas listas, el cuero a punto y nos falta con que unir ambas cosas de forma sólida.

Lo primero es agenciarse unos recios clavos de hierro, asegurandose sobretodo que no te están vendiendo acero, o los va a remachar quien yo me se con un martillo pilón.

Luego, hay que eliminar las antiestéticas estrias y los bordes cercanos a la cabeza, por su mala influencia sobre el cuero. Para este cometido, nada mejor que un artilugio visto con anterioridad en varios blogs afines, consistente en una lima de metal sujeta a un tornillo de banco y un taladro donde fijar los clavos, entonces, todo es cuestión de friccionar el clavo a altas revoluciones con el borde de la lima.

Vease el infernal instrumento

Llegados a este punto, toca cortar las cabezas de los clavos para formar los antedichos remaches. Hay que medir con todo, chapa, cuero y arandela, marcar con un rotulador indeleble y repetir esto con todos los clavos.

Lo que cuesta tener una cajita así...

Anotación personal: no es divertido cortar los remaches uno a uno

Briconsejo: Haz siempre varios remaches más de los que necesites, es más, ten más clavos por si eso no bastara.

5. Uy por que poquito: Hay que pulir antes de remachar

Por muy muy poco estuve a punto de meter la pata hasta la ingle (centímetro más, centímetro menos). Antes de remachar piezas con partes que se solaparán entre si, hay que pulir la chapa, es necesario hacerlo.

Hay varias opciones en cuanto al acabado se refiere:

- Brillo espejo

- Satinado

- Munition grade (o armadura de munición)

- Perrete grade

- Sin pulir

Yo opté por el perrete, sobretodo en una chapa con tan pocas marcas me parecia más que sobrado, y que le vamos a hacer, por encima de todo soy un impaciente.

Y de paso darle un buen aceitado, que nunca esta de mas.

Perrete grade, tampoco queda tan mal

6. Remachando que es gerundio

El acto de remachar en frio en la propia casa genera un fenómeno llamado "Enemigo a las puertas", donde los vecinos no se atreven a decirte nada, pero desearían enseñarle al martillo tu rica vida interior: concretamente, la flora intestinal.

El primer remache parece el más fácil, pero hay que procurar dejar el cuero lo más recto posible


Terminada la primera pieza, descubro que al final podre usar los tornillos (para no torcerme)

La primera escarcela remachada desde su pulcro interior

Listo, quedan de maravilla y articulan que es un primor

A los que tengan buena vista y sean puntillosos: en efecto, dejé el estriado de las cabezas de los clavos por quitar, que es una cosa que de fuera no se ve (y cuando uno está vago, lo está para todo)

7. Y esto ¿como se cuelga?

Que no cunda el pánico, las correas interiores no eran cortas. Simplemente, en todos los ejemplos que he visto (consultar la bibliografía de hace dos entradas), las escarcelas van sujetas con una tira en el exterior, supongo yo para maximizar el ángulo de giro de la escarcela como bloque.

Esto requiere un par de agujeros más, dos nuevos remaches (¿veis lo que os decia antes sobre tener de sobra?), cuatro tiras cortas de cuero y un par de hebillas por escarcela.

Voila

Terminadas del todo


Finalmente, y con la curiosidad de ver como quedaban colocadas, y sin ganas de ponerme a fabricar una coraza (aun). Rematé el asunto con unas tiras de cuero, un cinturón y unos remaches modernos, el resultado no podia ser más elocuente.

Ahi, en mi perfil bueno

8. Conclusiones

- La chapa corta. Mucho. Mucho más de lo que sospechas.

- La chapa se oxida. Mucho. Con mirarla medio mal la tienes roja perdida.

- La sangre oxida la chapa aún más que el salfumán, fijo vamos.

- Se mete mucho más ruido que haciendo cualquier otra cosa (¡ah, el silencio del cuero!).

- Es absolutamente gratificante cuando tienes el resultado final entre las manos.

Control de daños: muchos, muy espectaculares y poco importantes en manos y antebrazos.

Resultado: O me gusta la chapa como forma de arte, o soy masoquista...

jueves, 11 de febrero de 2010

Escarcelas I: mi primer proyecto con chapa

Que nadie se confunda, mi objetivo sigue siendo el de hacerme unas hombreras milanesas en chapa, pero como se verá en un momento ojeando el contenido del blog, hasta la fecha con chapa solo he trabajado en plano (unos hermosos brazales de 3 mm de grosor).

Para poder ponerme en serio necesito saber como se trabaja la chapa, como responde a los golpes y que caray, que herramientas puedo usar.

Primero me planteé hacerme unas hombreras más clasicas usando estos patrones, pero la propia dificultad de hundir sin un tocon de hundir me ha echado más bien para atrás.

Luego ponderando posibilidades, opté por algo más sencillo, unas escarcelas de principios del s. XV, en tres lamas, y me he lanzado a ello:


1. Conseguir la chapa, también llamado ¿cuantas toneladas quiere?

Conseguir chapa de hierro, que fácil parece. Simplemente vas a un sitio donde vendan chapa y dices: "quiero una chapa". Craso error.

El periplo ha sido tortuoso y lleno de dificultades, pero lo voy a resumir en las preguntas que me hicieron:

- ¿Cuantas toneladas necesitas?
- ¿Me das el CIF de la empresa?
- ¿La necesitas de 1 cm o mas gruesa?

y como no, afirmaciones tajantes

- Aqui solo vendemos la plancha de 2x1 metros, no tenemos cizalla
- Solo tenemos chapa de acero inoxidable
- Su tabaco, gracias

Pronto ya a la desesperación y planteandome si encargar una tonelada de chapa cortada en medidas manejables, encontré un pequeño taller de oxicorte donde aparte de vender recortes, si se lo encargabas con unos dias de adelanto, conseguian exactamente lo que necesitaba.

Un magnífico trozo de chapa de un metro de un metro cuadrado, ligero, manejable y asequible.

Ah, finalmente eres MIA


2. Cortando la chapa

Cortar la chapa es fácil, sobre todo 1 mm de grosor. Adquirí una cizalla manual para poder cortar, trasladé los patrones a la chapa y me puse a cortar con ánimo.

Pero el hado me tenia reservada una nueva treta! La cabeza de la cizalla ocupa un espacio físico, así que una vez traspasado el limite de las hojas de corte, aquello chocaba con la chapa y no se pudo avanzar más. Hubo que hacer la chapuza de torcer la cizalla, levantar un poco la chapa de un lado y seguir cortando con gran esfuerzo.

Ya se ven algunos ataques... de esta hago brazos


Unos buenos golpes de lima para dejar el borde en perfecto estado de revista y seguridad y habremos terminado.

En este apartado descubrí yo las maravillas de la chapa recien cortada: Si sangras sobre ella se oxida más.

3. Keep on rollin'

Tenemos las seis piezas necesarias para poder montar nuestras escarcelas, así que, para dar robustez al asunto y como no un poco de seguridad, hay que enrollar el borde.

En mis piezas solo enrollé dos, las que formarían la pieza final o mas alejada de la cintura, y aún estas por el lado inferior. La lastima es que con la emoción no hay documentación gráfica de este apartado, o al menos su proceso, pero te da la sensación de estar haciendo una cosa de lo mas molona.

No ha quedado mal ese borde la verdad


4. Curvando, o "trae pacá ese martillo gordo"

Por sorprendente que pueda parecer, esta parte fue la mas fácil de todas ¿El secreto? Un martillo de goma con alma de acero de dimensiones considerables comprado en los chinos (¡2,50€!).

El proceso es sencillo, situas la pieza sobre el yunque o superficie adecuada al golpeo, y le das golpes energicos pero de corto recorrido en una mitad mientras levantas la otra bien con la mano o bien con un apoyo (el mango de un martillo o una varilla de metal me han servido a la perfección). Repetir el proceso con la otra mitad y tantas veces como sea necesario para conseguir la curvatura deseada.

El martillo de goma no deja marcas en la chapa, y si ademas ponemos debajo un trozo de serraje, o acolchado parecido, el yunque tampoco las dejará y todo eso que nos ahorraremos de pulido.

Y así quedan curvadas y antes de pulir


5. to be continued

Queda aun mucho para terminar, a saber: pulir el exterior, pintar el interior para evitar óxido, colocar las tiras de cuero para articular, remachar todas las piezas juntas...

En fin, prometo más a no mucho tardar, que el resultado ha sido más resultón de lo esperado en un principio.

lunes, 8 de febrero de 2010

El ataque de los clones

Tiempo atras, fabriqué unas monedas para la Orden del Acero Negro bastante apañadas y de aspecto más que aceptable, copias de replicas de monedas medievales.

El receptor de algunas de estas monedas en pago por sus sudores (y el sufrimiento de sus tímpanos) me preguntó como narices me las apañe para lograr clonar tan pequeñas piezas de metal con tanto detalle.

Pues bién, pese a no tener ahora monedas para clonar, explicaré el proceso paso a paso.

1. Materiales

Los materiales que necesitamos son o bien, extremadamente faciles de encontrar, o bien dignos de una epopeya como la de los argonautas en busca del mítico vellocino de oro.

Lo primero que necesitamos es un sujeto a clonar, unas piezas de juegos de construcción (nunca me alegrare lo suficiente de haber guardado mis piezas de Tente), plastelina y Caucho de silicona (a.k.a. Silicona de moldeo, goma de vulcanizado en frio o como lo denominan los dependientes del 99% de las tiendas: ¿mande?) para hacer el molde. Además de aguarrás y vaselina para preparar un desmoldante.

Cuanta nostalgia...

Y un poquito más de nostalgia...

El voluntario

El caucho de silicona yo lo encontré aquí, bajo el nombre de Silicona RTV roja.

La mítica silicona para moldeo, un moderno "Eldorado"

Una vez hecho el molde necesitaremos aleación de metal de bajo punto de fusión (el famoso "plomo" de las miniaturas), polvos de talco, un cazo para fundir y unas pinzas o sargentas para que el molde se quede cerrado y no avance hacia ti un rio en miniatura de metal fundido.

2. Haciendo el molde

Primero haremos una cajita con las piezas del juego de construcción, donde lo que queramos clonar quede holgado (a fin de cuentas el molde es flexible, y cuanto menos grosor mas deformación y mayor la posibilidad de desastre).

En el fondo de la cajita, colocaremos plastilina, procurando que quede lo mas llana posible y sin dejar fisuras entre la plastilina y las piezas.


Bonito ¿verdad?

Con el artilugio montado, presionaremos el elemento a copiar en la plastilina (que es recomendable calentar un poco) hasta más o menos la mitad.


Ooof

Hecho esto, a veces es necesario hacer canales de aire entre las zonas donde podrian quedar atrapadas burbujas de aire. Podemos optar por dos metodos, o bien cortar el canal una vez hecho el molde, o bien fabricar una pieza en plastelina que formará el negativo de dicho canal. Yo suelo optar por esta segunda opción, tanto en el canal como en el cono de vertido (por donde se hecha el metal).

Canal de aire y cono de vertido

No es recomendable que el cono de vertido y la salida de los canales de aire se junten.

Al llegar aqui hay que poner desmoldante, yo uso una mezcla entre vaselina y aguarrás. Esta mezcla, permite pintar el interior de la caja y la pieza con cuidado, y al evaporarse el aguarrás, la deja una fina capa de vaselina que no estropea el detalle.


Desmoldante y su proporción

Hecho todo esto, prepararemos la mezcla de silicona y catalizador, con ojo de mezclarlo todo muy bien, pues si quedan partes sin mezclar, no solidificarán y habrá que tirar el molde directamente a la basura. En esta fase, más vale que sobre y tirarlo que no que falte y tener que repetir el proceso.


Silicona ¡ROJA! Simplemente brillante

Cuando tenemos la mezcla preparada, y un poco reposada para que suelte burbujas, pintamos con un pincel al que no tengamos mucho cariño la pieza que clonamos, para evitar la formación de burbujas que estropeen el efecto. Luego, vertemos poco a poco desde los extremos la cosa viscosa que deberá convertirse en la primera mitad de nuestro molde.


Lo sé, no es muy prometedor...

luego una pausa...














y 24 horas después seguimos el proceso.

Quitamos la caja de piezas de plástico, retiramos la plastelina con cuidado de no llevarnos la figura ahora bien incrustada en su mitad del molde, reconstruimos la caja, repintamos con desmoldante y repetimos todo el proceso con la silicona ¡Y a esperar 24 horas más!

El resultado final


3. El clon

Llega el gran momento, aquello por lo que has estado esperando dos dias mirando como crece la hierba o solidifica la silicona (para el caso, igual de apasionante y divertido).

Lo primero es empolvar de talco el interior del molde, y soplar para eliminar el excedente. Luego, pondremos dos piezas de madera o el material que tengamos a mano a ambos lados del molde, para aprisionarlo con unas pinzas (como en mi caso), sargentas o lo que tengamos mas a mano (incluso atandolo funciona).

Un poco de talco es mucho

Aquí necesitaremos un sitio donde fundir el metal (al que se le ocurra hacerlo en un cazo donde luego vaya a haber comida, le doy el pesame por insensato). Cuando el asunto este bien caliente y liquido, con mucho cuidado llenaremos el molde por su cono de vertido, teniendo cuidado de no pasarnos pero también de no quedarnos cortos.

Así esta bien de relleno (notad como el molde pretende abrirse ¡el iluso!)

Golpearemos suavemente el molde (suavemente, que os conozco). TAP TAP TAP TAP (esa es la idea).

Esperaremos un par de minutos.

Abriremos el molde.

¡Y VOILA!

¡Vive!¡VIVEEEEE!

Hemos hecho un clon con éxito.

4 de cada 2 personas tienen doble personalidad

Si la cosa no saliera a la primera, de entrada no quiere decir que haya que repetir el trabajo, a veces con unos pocos retoques con cutter o un taladrillo manual se puede dejar el molde perfecto para su uso.

Y esta es la historia de aquellas monedas...